Ni suelo ni paredes,
cuando la vertical ignora leyes
y las venas son licor.
Cuando tu boca es una copa
y mis manos no saben de normas;
el aire me sabe mejor.
En ese justo instante
en que tu mirada se esconde
para dejar paso a una verdad
absurda, peregrina y delicada,
mis intuiciones se hacen golondrina
ave de leyenda en la ciudad.
Es entonces cuando mis razones
todas mis buenas intenciones
hacen su maleta y emigran
y vuelan, y me sonríen
alejándose, miradas cómplices.
"¡Tenías razón!", me gritan
pian cantan y chillan.
A la mañana siguiente
un café y consecuencias
en forma de resaca
Tras la tormenta viene la calma
¿y si quiero tormentas en mi cama?
Disparo golondrinas a matar,
las veo caer y como lluvia de cometas
todo es más tranquilo.
Menos suave y más frío.
viernes, 11 de febrero de 2011
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