viernes, 11 de febrero de 2011

Para ti, para que nunca lo leas

Ni suelo ni paredes,
cuando la vertical ignora leyes
y las venas son licor.
Cuando tu boca es una copa
y mis manos no saben de normas;
el aire me sabe mejor.

En ese justo instante
en que tu mirada se esconde
para dejar paso a una verdad
absurda, peregrina y delicada,
mis intuiciones se hacen golondrina
ave de leyenda en la ciudad.

Es entonces cuando mis razones
todas mis buenas intenciones
hacen su maleta y emigran
y vuelan, y me sonríen
alejándose, miradas cómplices.

"¡Tenías razón!", me gritan
pian cantan y chillan.

A la mañana siguiente
un café y consecuencias
en forma de resaca
Tras la tormenta viene la calma
¿y si quiero tormentas en mi cama?

Disparo golondrinas a matar,
las veo caer y como lluvia de cometas
todo es más tranquilo.
Menos suave y más frío.